5’ 🕗
Si eres curioso, perfeccionista y además trabajas en un sector en cambio permanente (como el marketing digital), enhorabuena, estás de suerte: tienes todas las papeletas para caer en la trampa de la formación continua.
Solo un curso más para aprender eso que sientes que te falta.
Solo un curso más para dejar de sentir el monstruo del síndrome del impostor respirándote en la nuca.
La formación continua es una trampa, y es difícil salir de ella con la titulitis a un lado y la falta de adaptación del sistema de formación, por el otro.
Y en medio tú, de curso en curso de los que solo aprovechas un poquito, ¿verdad?
Yo lo hacía, hasta que apliqué la gestión de proyectos a mi estrategia de formación continua… y ya no me pasa.
Vamos:
[toc]
🔷 Qué es la trampa de la formación continua
La trampa de la formación continua es la situación que se da cuando eres razonablemente competente en una materia y la mayoría de formaciones no te ofrecen contenido novedoso o de utilidad.
En esa trampa uno decide seguir formándose no obstante, y así intenta acallar la sensación de que no sabe y pospone el momento de enfrentarse al mundo real, donde deberá aplicar todo lo que sabe.
Spoiler: también se aprende haciendo. Y algunas cosas, solo se aprenden así.
Si además piensas que “total, seguro que mal no me viene” y eres como yo, más curiosa que un gato… tienes el combo perfecto para saltar de curso en curso, y hacer poco más.
Stop ya con eso.
Un curso que no te aporta es menos tiempo para pensar. Para tener claridad mental. Para elegir acciones que de verdad generen un impacto en tu negocio y pensar cómo las vas a ejecutar.
Mi estrategia de formación intenta prevenir que caiga en la trampa de la formación continua, y lo hace en base a dar respuesta a una serie de preguntas. Qué voy a aprender, por qué me planteo aprender sobre ello, cómo lo voy a hacer, y especialmente, con quién.
🔷 Cómo elegir mejor en qué formarte
Seguro que te ha pasado o conoces a alguien a quien le ha pasado, si es aficionado a la formación.
¡Halaaaaaa mira qué curso me acaba de salir en publi en Instagram! ¡Cómo mola! Comprar.
Pasan seis meses y no has mirado el curso. Mecachis.
Hace tiempo que antes de comprar un curso he meditado cuidadosamente en qué voy a formarme.
De hecho, ha llegado un punto que tengo en cola cursos que me gustaría hacer, y aunque son online, no los compro porque quiero dedicarles la atención que se merecen.
¿Cómo he elegido en qué formarme?
Pues he tirado de brocha gorda y una herramienta muy marketera: un DAFO. Una matriz donde pongo mis debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, las de mi sector y las de mis hobbies, para detectar en qué debo mejorar para ser la profesional que quiero ser.
También he dado prioridad, por ejemplo, a esas disciplinas en las que me sentía más cerca de la maestría que de la ignorancia, para poder dedicar un tiempo continuado a aquellas cosas de las que sé aún muy poquito.
Y he terminado priorizando dos o tres cursos que sí o sí tienen que salir, digamos, en las próximas semanas.
Lo demás, siempre se va al cajón del “después, ya si eso”. Y cuando terminas lo que estabas haciendo, vuelves al cajón y reevalúas.
🔷 Por qué eliges formación
Lo intuirás ya, pero tener claro el por qué te formas también es importante, y tiene mucho que ver con el qué.
En mi caso, cuando tengo que decidir entre varias opciones conocer el por qué me ayuda a priorizar.
Me resulta muy importante su utilidad inmediata, está claro. Si necesito, por ejemplo, aprender a usar una herramienta nueva de email marketing ahora, pues lo mismo es importante para darle prioridad.
También me interesa la utilidad futura. Es decir, puedo necesitar aprender esa herramienta en un momento concreto, pero siendo poco probable que se vaya a usar en el futuro, porque esté quedando obsoleta, por ejemplo.
En ese caso, es poco probable que aprenda a través de un curso estructurado y más que me esfuerce en aprender haciendo y buscando en foros o en Youtube cómo responder las dudas que me vayan surgiendo.
Y también está, por supuesto, la formación por placer. En este caso su prioridad es diferente: procuro dejarle huequecitos a las cosas que me apetece aprender porque sí, como a los hobbies, para disfrutarlas despacito.
Si bien, no nos vamos a mentir: en algunas épocas, si se debe sacrificar o posponer, se sacrifica.
Mejor consumir tiempos muertos que sentarme a aprender algo que estudio por placer pero no disfruto, porque voy con prisas o mi cerebro no responde como debería.
Adecúo la formación al rendimiento, como todo lo demás. Y entonces me pregunto lo siguiente: cómo.
🔷 ¿Cómo va a ser la formación?
Probablemente hayas intuido en este artículo una clara predilección por la formación online y grabada.
No es baladí, la puedo poner a más de 1.5x, y en un mundo en el que los cursos online se estructuran para justificar el precio de su venta automática, la capacidad de ahorrarte tiempo y paja es oro.
Shame on los cursos, por cierto, pero es así.
Ahora bien, también sigo formación online en tiempo real y formación presencial, cuando corresponde.
La formación presencial me gusta mucho para los idiomas, si bien prefiero aprender a solas con un tutor antes que en grupo, porque me resulta más eficiente.
Se conoce menos gente, pero a mí que me gustan los idiomas y los comprendo bien, me es más fácil navegar sola.
Otras cosas, sin embargo, requieren un aprendizaje lento. Una maduración y una praxis. Hacerse con ellas manipulándolas, practicando, haciendo más que mirar.
En ese caso procuro combinar teoría y práctica, en lugar de hacerme un video-maratón de clases grabadas o audio de vídeos mientras entreno, con formato podcast.
A fin de cuentas, el cómo importa porque de la metodología dependen los resultados, al menos parcialmente, y la facilidad que tendrá cada uno para adecuarse al aprendizaje de lo que sea que quiera aprender.
🔷 El quién, y todos los demás peros
La última pregunta (o la primera, según se mire) tiene que ver con el quién.
Dedicándome al marketing y viendo lo lentas que son las instituciones públicas y privadas en adecuar su oferta formativa a las exigencias del mercado laboral, muchos marketers nos formamos directamente con profesionales del sector.
Si tuviéramos que quedarnos con el marketing digital de la Universidad… pues tú me dirás, teniendo en cuenta que los planes de estudio de algunas son de 2011.
Así que la última pregunta es con quién. También es la primera a veces, porque hay ciertos profesionales con los que seguiría formándome siempre y cuando su contenido fuera de interés.
Sobre todo, también, si son lo suficientemente sinceros como para contestarme cuando les planteo mi caso y les pregunto: ¿seguro que es para mí?
Y en el caso de que no conozca la fuente de los cursos, sea un profesional o no, y después de comprobar que su metodología más o menos me encaja, entonces suelo probar algún servicio de bajo coste antes de tirarme a la piscina con cursos de precios desorbitados.
En fin, esta es mi estrategia para evitar la trampa de la formación continua.
Al final la clave está en que la decisión sobre en qué formarme, al igual que cualquier otra decisión que tenga que ver con mi desarrollo personal y profesional, deriva de una reflexión ponderada donde se valora el qué, el por qué, el cómo y el con quién.
No suele importarme especialmente el cuándo, porque procuro guardar horas de mi semana para formarme y siempre tienen su hueco, pero es cierto que desde que aplico esta estrategia, estoy obteniendo mucha más satisfacción de los cursos que decido realizar.
Y al final, por útil que sea, disfrutar aprendiendo es clave si quieres mantener la pasión por lo que haces.
Pd. Hablaba de la trampa de la formación y el síndrome del impostor al principio del artículo. Puedes leer lo que escribí sobre el síndrome del impostor, si quieres.